Los textos y los pretextos de Dolores Montijano.

 

La contemplación y la lectura de un bello libro editado primorosamente por la Asociación Cultural “Extramuros”, me ha llevado a meditar seriamente en los resortes de la creación artística. Yo creo que por debajo de la belleza hay siempre un lago oscuro desde el que un ser en tinieblas pugna por encontrar la luz. Es la fuerza secreta que impulsa a crear al artista. Pero también hay otra fuerza, aparentemente contraria, que le lleva a la expresión. Es la obsesiva contemplación de su yo en el que se ahoga Narciso. La primera fuerza induce a la liberación, a la alegría de la afirmación del ser; la segunda, engendra la tristeza de la frustración, de la desesperanza, del yo diluido en medio de una existencia negada, en la que la identidad presentida se desvanece entre nieblas de impotencia y en la que los contornos dibujados con precisión en la mente se vuelven difusos. Así, el yo presentido y deseado se borra y se deshace dando paso a los sentimientos de angustia, de soledad y de tristeza que enmascaran esa terca necesidad de afirmación que constituye el arte en todas sus manifestaciones. Los pequeños textos –con sus pre-textos- que Dolores Montijano nos ofrece en el libro citado son una clarísima muestra de estos dos componentes que, en dirección contraria, se encuentran en el centro de la expresión artística...

 

...Pero todo lo que hemos visto, ese paisaje al que nos hemos asomado para contemplar el fondo y la superficie de una vida, no es a fin de cuentas más que la historia de una “identidad borrada”, de un ser “instalado en la soledad”, como nos revela su protagonista. El libro se concluye y se resume en unas palabras y una imagen desgarradoras por la absoluta derrota que manifiestan:

“Un grito soterrado quedó dentro.

Tras él la marginación, la impotencia, la injusticia.

Una boca cerrada “

 

Granada, 2 de abril de 2002-04-02

María Remedios Casamar